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viernes, 20 de enero de 2012

¿Tienes un minuto?

+ ¿Tienes un minuto?
- Claro; dime.
+ Bueno, gracias, solo es un minuto. ¿Sabes todo lo que se puede hacer en un solo minuto?
- Un minuto es muy poco.
+ Un solo minuto puede arruinarte la vida, o todo lo contrario hacerte feliz para siempre. Pero en tu caso no sé como será. Un minuto, sesenta segundos y dos palabras que decir. Quizás, sean las dos palabras que más me cuesten decirte en toda mi vida, porque quizás sean las dos palabras más sinceras que hayan salido por esta boca. Pero allá voy, me lanzo: te quiero. Te quiero por muchas cosas. No me preguntes por qué. Es así y punto. Se me acaba el tiempo. Me quedan unos segundo para demostrarte que todo lo que te digo no es mentira. Porque en un minuto contigo podría hasta cruzar el universo. Porque en un minuto me haces feliz. Y en menos tiempo también. Porque eres una de esas personas extrañas; que entran en tu vida sin permiso y cogen las riendas de tus pensamientos. Dame un beso; un minuto y te demostraré como puedo pensar en ti de 60 formas diferentes.

prohibido dejar de amarme.

-¿me quieres?
+ ¿A que viene esa pregunta?
-Tu dime, ¿si o no?
+Demasiado.
- y... ¿Crees que algún día te cansaras y lo dejaras?
+No seas tonto, ¿enserio piensas que voy a hacer eso?
-No se... Todo es posible. Que tal si me demuestras lo que dices sorprendiéndome eh? (le dice el chico en tono picaron)
+Anda ven…y la chica le agarro la mano.
-¿donde?
+A demostrarte que estas equivocado. Pero solo hay una norma.
-¿Cuál?
+Deberás hacer lo que yo te diga ¿vale?
-Vale.
La pareja salio por la puerta de aquella casa sin hacer apenas ruido y se fueron directamente hacia el ascensor. La chica no dejaba de mirar a su chico y sonreírle mientras bajaban, estaba sumida en una nube pensando lo que se le acababa de ocurrir. Se abrió la puerta del portal y salieron riendo como si fueran niños pequeños.
En la calle no eran mas de las 12 del medio día y podían oírse todo tipo de ruidos; los coches circulando, la gente hablando, niños chillando y madres regañando desesperadamente, era un día normal como otro cualquiera para cualquier persona
Excepto para ellos dos.
La muchacha agarro a su chico por la mano y salio corriendo de allí.
Se pararon en seco, respiraban. Después de la carrera que acababan de hacer les faltaba el aire, era realmente extraño porque estaban justamente delante de un signo de prohibición. Por aquella calle no solía haber mucho transito y casualmente era una calle por la que el muchacho solía pasar.
La chica soltó su mano de la de el y la metió en su bolsillo derecho del pantalón e inmediatamente saco un rotulador.
Era un rotulador de color rojo, le quitó el capuchón y le dijo al chico:
Date la vuelta.
El chico asintió y la chica comenzó a escribir en el palo del signo de prohibición.
Ya puedes girarte, le dijo la chica.
Cuando el muchacho se giro había tres letras escritas:
“DEJAR DE AMARME”
El chico al leerlas rió para si y le dijo en voz alta:
Prohibido dejar de amarme y empezó a reír.
Esta bien le dijo él, estaré encantado de hacer lo que tu me pides. Y agarro por la cintura a su chica y la beso como si nunca antes hubiera probado el sabor de sus labios.